El éxito de la equinoterapia está estrechamente vinculado a la elección del caballo adecuado, y es obligación de la persona que imparte esta terapia conocer las características de todos los caballos del centro, y cómo, cuándo y con quién usarlos, asegurándose de que van a cumplir lo que se espera.
La principales características que deben reunir los animales indicados para este tipo de terapia son:
- No debe ser ni muy joven ni muy mayor, porque los potros son más inquietos y difíciles de manejar. Lo ideal es que tenga entre 7 y 20 años.
- Tiene que ser un animal noble y confiado, que no sienta ningún temor hacia los seres humanos, ni haya tenido malas experiencias en el trato con las personas, para evitar que pueda reaccionar de forma extraña e imprevista y ponga en peligro al paciente.
- Debe estar acostumbrado a ruidos y movimientos bruscos para que permanezca tranquilo y no salga corriendo o se ponga a dar coces.
- Su carácter –que varía mucho de unos caballos a otros– debe ser paciente, tolerante y cariñoso.
- La raza del caballo no es importante siempre que cumpla con los requisitos anteriores, pero sí es necesario que se trata de un animal fuerte y resistente, con un tamaño y complexión que le permitan soportar el peso de dos jinetes, ya que en muchas ocasiones lo montarán conjuntamente el paciente y el terapeuta.